Breve historia de Tarancón

El origen de Tarancón se remonta al año 800 a.c, la época celtíbera, ya que, en su parte más céntrica existió un poblado celtíbero, el mismo poblado en que se asentarían luego los romanos. Sobre los restos arquitectónicos que dejaron unos y otros se cimentarían posteriormente, ya en la Edad Media, la muralla que rodea el barrio de ‘el castillejo’ o el mismísimo Arco de La Malena. Después vendrían los visigodos y los árabes.

Hotel de la QuinitaPersonajes ilustres de la historia de Tarancón

En época árabe Tarancón dependía del Alfoz de Alharilla, el castillo en ruinas que podemos ver desde la A-3, situado en la localidad de Fuentidueña de Tajo, el cual, por decisión de Alfonso VIII pasa a ser propiedad de los caballeros de la Orden de Santiago, pasando también a pertenecer a la citada Orden la aldea de Tarancón.

Dos años después, por orden del mismo monarca, el castillo de Uclés, punto importante durante la dominación musulmana, pasa también a manos de la Orden de Santiago y se convierte en cabeza (capital) de la misma. El castillo de Alharilla es destruido para nunca reconstruirse, y Tarancón pasa a ser aldea de Uclés.

Hasta el final de la época medieval, y a pesar de su situación privilegiada y numerosos vecinos,  Tarancón no goza de entidad propia como población. Esto cambiará sobre todo a partir del siglo XIV, cuando algunas familias de hidalgos (Cárdenas, Cano, Velascos, Albarado de Luna, etc…) se establecen aquí, y la aldea se convierte en escenario de acontecimientos importantes para la historia por su proximidad a Uclés. En el siglo XVI Tarancón deja de ser aldea dependiente y se convierte en villa independiente; la población vive de la agricultura y de la producción de vino, sobre todo tinto, con el que se abastece a la Corte.

El agua ha sido siempre un bien escaso y causa de preocupación para los habitantes de Tarancón, quizá por eso el manantial de agua que dio lugar al ‘Caño Gordo’ determinó desde los primeros años el asentamiento de la población, y fue en esa zona, alrededor del castillejo donde se comenzaron a construir chozas y algunas casas-cueva, las cuales, posteriormente darían lugar al barrio de Santa Ana.

En el siglo XIX (1833) y tras la reforma de Javier de Burgos, el municipio abandona la provincia de Toledo, a la que volvió tras un paso fugaz por la de Madrid, para pertenecer a partir de ese momento a la de Cuenca. Pero no fue éste el único cambio que vivió Tarancón a la muerte de Fernando VII, quien había concedido el título de ‘noble’ a la villa. Su viuda, la reina regente Mª Cristina de Borbón y Borbón protagonizaría uno de los capítulos más excitantes en la historia de la ciudad al desposarse con el taranconero Agustín Fernando Muñoz. Guardia de Corps de su majestad con el que tendría 10 hijos tras su boda morganántica.

Además de esta apasionante historia podemos presumir de que han sido muchos los personajes ilustres que han situado a Tarancón en el mapa de la historia como un lugar emblemático e influyente, algunos de la talla de Isabel la Católica o el emperador Carlos V, quién concedió el título de villa tras recibir prestados por la localidad unos servicios en dinero allá por el año 1537. Posteriormente el rey Alfonso XII, nieto de la reina Mª Cristina de Borbón y Borbón, esposa de Fernando Muñoz, primer Duque de Riánsares, concederá el título de ‘ciudad’ a la noble población, convirtiéndola entonces en ‘noble ciudad’. Nos situamos así en el año 1921.

Existe cierta leyenda sobre la procedencia de su nombre, algunos autores aseguran que viene de la palabra ‘Trancón’, ya que la única puerta de acceso existente al punto defensivo de la población, ‘el castillejo’, era asegurada con una gran tranca para protegerse de la entrada de los invasores, pero lo cierto es que el municipio ya aparece nombrado como Tarancón en escritos del siglo XII.

Estos siglos de historia dejaron en Tarancón un rico patrimonio, tanto aquitectónico como inmaterial. Buena parte del inmaterial se conserva en el sentir y saber popular; historias y leyendas van pasando de unos a otros siempre dispuestas a volver a la vida si alguien las quiere escuchar.

También en la contribución que los muchos personajes destacados que ha dado nuestra ciudad han hecho a la historia, la educación o las artes. Vecinos que fueron especialmente relevantes en las decisiones y en la sociedad de su tiempo a nivel local, nacional e incluso internacional; por citar algunos ejemplos nombraremos a Fray Melchor Cano, o las hermanas Luisa y Ángela Sigea.

Podéis consultar un formato breve de todas sus biografias, en la página que hemos dedicado a Personajes Ilustres.

Con el material arquitectónico las cosas son por desgracia distintas, poco o nada queda ya de la Casa de la Condesa, o la fábrica de alfombras, por poner algunos ejemplos. Sobreviven gracias a la memoria de algunos mayores, dado que físicamente ya no están, pero nosotros no nos resignamos a que sean olvidados.

Si quieres conocerlo puedes hacerlo a través de nuestra exposición virtual ‘Huellas del patrimonio perdido’.